Mombuey
Mombuey es un municipio y localidad de la comarca de La Carballeda, en la provincia de Zamora, Castilla y León, España.
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- Sanidad
- Centro de Salud Mombuey - 49310 Mombuey
- PAC Carballeda - 49310 Mombuey
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- Consultorio Local Valparaiso - Valparaiso
Emplazada en el pequeño valle del arroyo Valchano, debe su nombre a una elevación montuosa y próxima que la documentación medieval registra como "Monte ad Boviam", "Monte Bove" o "Monte Boe"..., topónimo que cabe ya identificar tempranamente en una relación ordenada de límites del territorio diocesano bracarense a mediados del s.VI. Actualmente, y aun siendo accidente geográfico de cierta entidad, solamente recibe denominaciones parciales, perteneciendo en término a distintas poblaciones.
Al contrario de lo que pudiera pensarse, dada la morfología del espacio implicado, existen vestigios de asentamientos castreños en los términos colindantes de Otero de Centenos, Lanseros y Fresno de la Carballeda,destacándose éste último -Castro del Buracote [II Edad del Hierro]- con algunos tramos de muralla, foso colmatado y campo de lajas hincadas, hoy seriamente afectado por el embalse de Valparaiso.
Todo parece indicar que el solar del actual Mombuey fuera ocupado en fecha relativamente tardía. Oscuros orígenes, que los lugareños asocian en modo manifiestamente anacrónico con la "arribada" de los pobladores de una aldea medieval vecina, -S. Martín, 1Km.- despoblado bien localizado, atribuida a razones catastróficas que acabaría por recibir un sobre nombre alusivo a su abandono: San Martin "el yermo", y cuyo término, o al menos una buena parte del mismo, ha perdurado hasta nuestros días como espacio adehesado, algo atípico en la zona (actual Monte de San Martino).
Existen claros indicios que avalan y conceden veracidad a una tradición local que viene de antiguo y que, al margen de relatos legendarios, recoge la pertenencia de Mombuey a la Orden del Temple, presencia y titularidad rubricadas en todo caso con una obra de especial tipología: la esbelta y elegantísima torre románica, una atalaya militar cuya factura parece responder más a la ya consabida ostentación que a razones defensivas, evidentes igualmente, y con la particularidad de haber sido erigida a la vera de un histórico camino -¿..."verea de Monte Boe" [1153] ?- ,que todavía en época medieval se documenta como importante paso de ganados trashumantes con destino a los pastos veraniegos de las montañas de Sanabria, en rigor, un "cordel" conocido como "cañada del conde" y/o "cañada sanabresa". Por otra parte, tampoco parece casual que fueran precisamente los caballeros templarios quienes reprodujeran el topónimo de la Villa al participar en la repoblación de tierras extremeñas: Valencia de Mombuey (Badajoz).
Es deducible, pues, que una vez despojada y disuelta la Orden - andando el s.XIV y tras un largo y controvertido proceso -, se incorporara Mombuey a realengo, ya que, en 1371, el rey Enrique II entregaba el lugar con su jurisdicción y derechos, y junto con Alcañices, Tábara y Ayoó de Vidriales -todas ellas, sin excepción, antiguas posesiones templarias- a Gómez Pérez de Valderrábano.
Sin embargo, pronto Mombuey pasaría a la familia Losada linaje encumbrado en Carballeda y Sanabria por una importante concesión, al favorito Alvaro Vázquez de Losada- conociendo periodos de intrigas como parece testimoniar un privilegio, expedido en Toledo (1480), por el que se ordenaba dispensar protección regia sobre "la baylía de Mombuey", a tenor de las quejas presentadas a la monarquía por María de San Martín, Señora a la sazón y viuda de Pedro de Losada "el Viejo", con motivo de las amenazas y "malfetrías" del IV conde Benavente Rodrigo Alonso de Pimentel.
Mucho mejor documentados serán, a la postre, los tiempos en que la Villa figura entre las posesiones de los Marqueses de Biance ,dueños también del "coto de S. Martin el yermo", y los momentos en que Mombuey comparece como cabeza de partido homónimo, circunscripción que incluía una buena parte de la tierra carballesa.
Su emplazamiento y la propia trayectoria histórica, la adquisición del villazgo, la celebración ininterrumpida de un mercado semanal en lunes, otorgado por privilegio del Consejo de Castilla con Carlos III... hicieron de Mombuey el principal núcleo de la comarca, y mientras del mercado aludido solo resta una residual concurrencia de costumbre en cambio, la Feria de S. Martino sigue convocando anualmente y desde tiempo inmemorial a carballeses, villanos, palanquinos y mercaderes en los Idus de Noviembre.
La original e inconfundible torre de Mombuey, es, a todas luces, una atalaya militar con funciones añadidas, que ha venido asistiendo a la iglesia parroquial como campanario.
Atribuida su construcción a los caballeros templarios, sigue siendo un estilo románico avanzado [2ª mitad del s. XIII], comparece como única en un amplio espacio, circunstancia que ha dificultado su exacta caracterización, pero con una notoriedad que ya pusiera de relieve, a principios del siglo XX, M. Gomez Moreno en una breve y afortunada descripción que completamos en lo posible. Posee el edificio una planta rectangular -2,50 x 4 m-, elevándose con sillería menuda en piedra gris-verdosa [esquisto feldespático...], fácil de labrar, y procedente con toda probabilidad de un paraje local-Valdarmeño, 2 km.-, dónde abunda y es visible una pequeña cantera prácticamente sepultada.
Sobre una base defensiva y ciega [sospechamos que no siempre lo fue], y atendiendo a sus vanos, muestra tres cuerpos comunicados interiormente por escaleras de madera hasta el tercero, hallándose, éste, taladrado a lo ancho por dos amplios arcos agudos que dan cabida a las campanas.
Las ventanas, siempre parejas en los frentes anchos y simples en los estrechos, están guarnecidas por esbeltas columnillas con capiteles adornados con hojas. Cerrando la construcción señorea un airoso y orientalizante chapitel de planos convexos y vanos irregulares, concebido en su interior como aposento de refugio abovedado al que se accede únicamente por un paso exterior en forma de balconcillo muy volado que, sobre dos grandes ménsulas, debía de ser utilizado, a juzgar por su disposición, como matacán.
La ornamentación ofrece especial interés y originalidad. Así en el chapitel y sobre cada plano, se repiten tres girones plegados de enigmático significado y con un remate similar al observable en la vestidura de la Virgen y el paño del Crucificado, ambos románicos. A su vez, el chapitel arranca de una cornisa adornada con bolas -motivo que hará fortuna en la zona-, pujando en los frentes anchos sobre tejaroces y formando arcos a partir de modillones de mucho relieve con abundancia de bolas, hojas, flores y motivos antropomorfos...todo ello labrado con una cierta perfección, y destacando sobre manera el busto de un buey (origen de leyendas y símbolo pétreo del topónimo de la Villa), rodeado por una cenefa decorativa sobre una hoja a modo de concha.
A pesar de la dificultosa "lectura" a que se prestan las sucesivas obras que han afectado a la iglesia parroquial, algunas bien datadas e incluso documentadas, no parece aventurado sospechar que la torre flanqueaba, desde un principio, a un edificio religioso anejo...al menos, en esa dirección apuntan los hallazgos más recientes.
Ya en el siglo XX, la torre fue objeto de una seria y meritoria restauración, habiendo sido declarada Monumento Nacional por decreto del 3-VI-1931.
Se celebra la Semana Santa desde tiempo inmemorial con mucha solemnidad, participa en ella prácticamente la totalidad de los hombres y mujeres de la villa. Los desfiles procesionales han corrido a cargo de la Cofradía de la Vera Cruz desde tiempos muy remotos; hoy día la Hermandad Pro Semana Santa se encarga de la coordinación de los desfiles y del transporte de pasos.
El primer acto de la Semana Santa tiene lugar el Domingo de Ramos. En éste se bendicen los ramos, que suelen ser de olivo y laurel, en la plaza de la Farola yendo después en procesión hasta el templo donde se celebra la Santa misa. Los actos más importantes, no tienen lugar hasta los cuatro últimos días de la semana. Dan comienzo el Jueves Santo a las cinco de la tarde con los Santos Oficios y el traslado del Santísimo al Monumento. A las diez de la noche sale la primera procesión: la Dolorosa, que desfila acompañada por sus Damas, que visten riguroso luto negro y siguen al paso de Cristo crucificado. Los cofrades visten túnica morada con la caperuza del mismo color y un rustico farol metálico. Termina el Jueves con la Hora Santa, tras la procesión ya dentro del templo.
El Viernes Santo a las once de la mañana sale la procesión del Vía crucis, en la que desfilan las imágenes de El Cristo de Medinaceli, seguido del Nazareno, adquirido por cuestación popular en 1999 y cierra la procesión el hermoso calvario. Cristo en la cruz acompañado por la Virgen y por san Juan, el apóstol predilecto de Jesús, este paso fue donado por un matrimonio de la parroquia y bendecido con motivo de una Misión Popular, el 25 de octubre de 1942.
A las cuatro de la tarde, y tras los Santos Oficios, el sagrado Cristo de la Cofradía de la Vera Cruz, que es una bella talla barroca de hondo dramatismo y la antiquísima Urna con el cuerpo de Cristo Yacente, talla de notable perfección, con los brazos articulados para escenificar el Descendimiento de la Cruz, hacen un recorrido por las calles de la villa, en la mayor de las procesiones, el Santo Entierro, acompañan a Cristo yacente la dolorosa y San Juan.
La Urna de la que aquí se habla fue adquirida en el siglo XIX a la Cofradía de la Vera Cruz de Astorga, en la provincia de León. Portan en esta procesión los niños, vestidos con túnica morada y la cabeza descubierta, las nueve tablas con los signos de la Pasión. Al finalizar es costumbre convocar la Asamblea General de la Cofradía de la Vera Cruz, en la que se renuevan los cargos de la Junta para el año siguiente. A las diez de la noche del mismo día recorre las calles de la villa la procesión de La Carrera o de la Soledad, en la que dicha virgen sigue en el silencio de la noche el paso de El Santo Sudario.
El Sábado a las once de la mañana se reza un vía crucis en la iglesia, éste fue comprado por la Asociación de los Corazones en el año 1955. A las nueve y media se celebra en el interior del templo y bajo riguroso silencio la solemne Vigilia Pascual.
El Domingo a las doce y media de la mañana tiene lugar la procesión del Encuentro, en la que salen hombres y mujeres desde el templo, separados en dos procesiones, una formada por los hombres que acompañan al Cristo Resucitado, imagen donada por un devoto en 1987 y recorre algunas calles de la Villa hasta la plaza de la Farola, en la que coincide con la otra procesión compuesta únicamente por mujeres, que acompañan a la Virgen y que ha realizado un recorrido diferente, y en el punto de confluencia tiene lugar el Acto del Encuentro; una vez terminado éste se funden las dos procesiones en una sola que sigue hasta la iglesia parroquial.
A las 5 de la tarde del mismo día se reúne en Magna Asamblea el Consejo de la Hermandad, dándose por finalizados los actos.
No podemos despedirnos sin antes hacer referencia a un habito cuyo suceder a través de los tiempos lo ha anclado en la tradición. El redoblar de los tambores. Es imprescindible para el buen desarrollo de las procesiones y es el causante de ese entorno solemne y mágico que se crea sobre ellas. El ritmo es esencial para el discurrir disciplinado de todos los pasos y corre a cargo de la banda de la hermandad. También desde lo alto de la torre son acompañados algunos actos, como la Vigilia Pascual, por el resonar de las campanas, que cantan a manos de unos pocos virtuosos.
El canto es quizás el sonido más importante. Éste otorga el valor y la solemnidad de antaño a las procesiones. En el año 2000 fue recuperado, gracias a los trabajos realizados por la Hermandad pro Semana Santa, el Rosario de la buena muerte. Éste era entonado en la antigüedad por los hombres de la Vera Cruz en un desfile desde la casa de la cofradía hasta la iglesia mayor momentos antes de la procesión de la Soledad. Hoy en día es entonado por 60 cofrades en el transcurso de otro desfile, con fin en el templo mayor de la villa y con inicio en la sede de dicha organización. Son muchos más los cantos de procesión pero si existe uno más relevante, con más tradición, con mayor antigüedad y solemnidad, ese es el Miserere en latín. Cantado por un coro de hombres recorre la noche del Jueves Santo las calles de la villa enmudeciendo las gargantas.
Si en Hispalis cantan saetas, en Monte Boe recitan poesías. Con ellas, los devotos muestran su gratitud o admiración hacia cristo o hacia la virgen y la procesión se paraliza en algún momento de la noche para escucharlas.
Otra gran tradición, es la de las carracas. Consiste en hacer sonar estos instrumentos minutos antes del comienzo de las procesiones que se encuentran dentro del tiempo yacente de cristo. Durante esos días está prohibido el toque de campanas y es la forma de aviso utilizada. Todos o casi todos los niños, jóvenes y no tan jóvenes poseen en sus casas una de estas preciadas joyas construidas antaño
Tradición ya recuperada después de años de decadencia. Merece la pena destacar el carrascón de 6 "roquiles", fabricado a mano allá en los años 60 por el gran maestro de las carracas D. Agustín, y que hoy se encuentra bien cuidado y custodiado en la sede de la Hermandad. Posiblemente la mayoría de las carracas de Mombuey tengan la firma anónima y altruista de aquel hombre a quien dedicamos éste apartado. Descanse en paz.
Hoy día este castro de la edad del hierro se ve afectado en gran medida por el embalse de Valparaíso. La elevación montuosa que lo comprende emerge sobre las aguas del embalse con forma peninsular unida a la orilla norte por el antiguo camino.
En la parte más afectada por el embalse se encuentran los últimos restos de muralla que a simple vista alcanzaría los 3 metros de altura, hoy prácticamente sepultados por la tierra. A sus pies divisamos lo que parece ser un foso de unos 7 metros de ancho, colmatado casi en su totalidad.
La verdadera joya de este castro son los campos de lajas hincadas (pedras fincadas)que llegan a alcanzar los 35 metros de anchura y recrean un ambiente místico. Aparentemente todo el castro estaría rodeado de estas formas, cuya misión se adjudica a la defensa contra los ataques de la caballería. En la actualidad y aunque están cubiertos por la espesura, aun son visibles en las cercanías del camino.
Apenas se han encontrado restos, salvo unos trozos de cerámicas de superficie en unas prospecciones realizadas allá por los años 80, tarea dificultada por la maleza. Aun así y aunque el camino de acceso sea pasto de las escobas merece la pena visitarlo.
El castro se encuentra situado en un cerro a orillas del río Negro. Desde él se divisa buena parte de la comarca propia y de las vecinas.
Hoy en día los robles cubren por completo sus laderas y sus entresijos. En la cima resulta extraño encontrar una meseta de dos alturas, en la que no hay árboles, solo escobas. La parte alta podría ser la habitada, quedando la baja para el ganado. Aunque eso son solo elucubraciones. No hemos encontrado camino de acceso y los habitantes no lo recuerdan.
También resultan extraños una serie de pozos o manantiales prácticamente sepultados que hacen crecer los juncos en lo alto del cerro.
Por lo aparente del lugar y sus vistas se ha de hacer un alto en el camino. Además el bosque de roble que desciende hasta el río en un aparente fin de fines en la sucesión biológica, con troncos llenos de líquenes, suelos cubiertos de helechos y piedras ocultas bajo los mantos de briofitas, recrean el mismo ambiente de leyenda que los campos de lajas en Fresno de la Carballeda.
A mediados del siglo XIX comienzan a aparecer los gigantes y los cabezudos en la provincia de Zamora. La tradición, ahora muy arraigada en la zona, nace en Mombuey a finales del XIX cuando se adquieren dos gigantes, el Marqués y la Marquesa. Estos, hoy desaparecidos, participaban en la procesión del Corazón de Jesús el primer viernes de junio y en su día grande por excelencia, el día del Corpus Christi. También acompañaban a los gaiteros en los pasacalles de agosto, en las fiestas de la Asunción. No se conoce a ciencia cierta donde fueron adquiridos, si bien las indagaciones llevadas a cabo en otros puntos de la provincia nos acercan a tierras catalanas.
El quinto día del mes de enero con los últimos rayos de luz del astro rey se celebra en la medieval Monte Boe la cabalgata de Reyes. Los magos llegan en sus carrozas, rodeados por pajes y pastores que les siguen admirados. Mientras, una escogida banda sonora, adereza el ambiente desde lo alto de la torre templaria.
Camino de Santiago, Camino Sanabrés de la Ruta de la Plata, Camino de Fonseca, Vereda de Monte Boe...
Antes de adentrarse en la Villa propiamente dicha, esta ruta milenaria entra en las "Tierras de Mombuey" (S.XVIII) atravesando el término de Rionegro del Puente. Antiguo lugar, villa natal del fundador de Caracas, capitán D.Diego de Losada, y sede a su vez del Santuario de la Carballeda, donde se encuentra la Patrona de la Comarca. En su relevante historia, y con respecto al Camino es necesario reseñar que allá a finales de la baja edad media existió en él, bajo la responsabilidad de la Cofradía de los Falifos, un hospital que atendió a peregrinos de todas las índoles... cuya estructura aunque muy deteriorada por el tiempo aun puede imaginarse. Como edificios de importancia son dignos de visita el Santuario antes mencionado, situado a la izquierda del camino nada más entrar en el pueblo, el palacio de Losada, algo más adelante al final de la plaza del ayuntamiento a mano derecha, y también a la derecha los restos del antiguo hospital.
Saldremos de la villa y ascenderemos un nivel más en nuestro camino, alcanzando la submeseta carballesa. Dejaremos a nuestra derecha, a un par de kilómetros el pueblo de Santa Eulalia del Rionegro (antiguo Garrapatas de Santa Eulalia) con una hermosa zona de baño en las frescas aguas del río, y a nuestra izquierda la Carretera de zamora. Dos kilómetros más adelante toparemos con la Venta de Garrapatas, aun dentro del término de Santa Eulalia, antiguo refugio de arrieros. A nuestra izquierda saldrá un desvío que nos llevará hasta el pueblo de Valparaiso a cuyos pies llega el embalse del mismo nombre y donde igualmente se podrá disfrutar de un reconfortante baño. Tras superar la pequeña montuosidad, llegaremos al término de Mombuey entrando por Prao Virón, extensos pastos a uno y otro lado del camino, desde donde ya divisaremos la Villa.
Atravesaremos el pueblo hasta cruzar el puente, a pocos metros entraremos en la plaza de D. Baldomero Gullón Lopez, a nuestra izquierda la calle de la iglesia nos llevará primero hasta el albergue, y posteriormente hasta la torre templaria. Erigida a la vera de este histórico camino la atalaya templaria sirvió de defensa a peregrinos, arrieros y trashumantes, que por sus pies pasaban, contra bandoleros y contrabandistas...
Como señalo en las cercanías de la torre se encuentra la Casa de la Vera Cruz. Propiedad desde época medieval de ésta cofradía y hoy en día del ayuntamiento, el edificio, de planta baja y construcción tradicional cuenta con las necesidades mínimas para el peregrino, camas, y baño con agua caliente...
Si estuviera cerrado las llaves se deberán pedir en el restaurante La Rapina siguiendo la carretera ,a la derecha, antes de llegar a la plaza mayor, donde nos atenderán gustosamente... El sello de igual forma nos lo procurará Manolo, en Calzados Alonso dentro del horario comercial, y fuera de él ya como favor... Lo encontraremos nada más cruzar el puente a mano derecha yendo hacia Santiago.
A la mañana siguiente el último que salga del albergue deberá depositar la llave en el buzón de Boni, a mano izquierda poco más abajo en dirección a la plaza de la iglesia.
Los lugares más indicados para la visita en esta antigua Villa son a día de hoy mínimos. Cuando se reformó la carretra general la mayor parte del caserio local de piedra fue destruido y ocupado. De todas formas repartidas a lo largo de la villa hay casas que llamarán la atención del peregrino, y que pondrán de relieve la arquitectura local de piedra, madera y teja, desaparecida en los años 70. Gracias a Dios la torre templaría continua en pie y en perfecto estado de conservación después de 800 años, y cuya visión reconfortará la mirada del caminante.
Comenzará la escalada, en un principio menos pronunciada, incluso con bajada, hasta las altas cumbres del Padornelo y la Canda, que con día claro nada más salir de Mombuey podremos divisar a lo lejos.
Podremos elegir dos rutas alternativas, una que llevará al peregrino por todos los pueblos siguientes, Valdemerilla, Cernadilla, San Salvador de Palazuelo, Entrepeñas hasta Asturianos, o ir directamente por la carretera general hasta el mismo pueblo, límite de la comarca de Carballeda.
Hasta allí, peregrino, y hasta Santiago, la Virgen de la Carballeda, y Santa María de Mombuey te guiarán en el camino...
Son muchas y muy variadas las especies animales y vegetales que pueblan estas tierras, desde el poderoso ciervo hasta la más débil mariposa, desde el sereno roble hasta el más antiguo de los helechos.
Hoy en día la presencia en los montes de "grandes" mamiferos tales como el ciervo, el corzo o el jabalí se ha visto incrementada por el abandono de los pastos, la desaparición de los ganados de antaño y el descenso, lógico por otra parte, de la población de lobos...
Últimamente y cada día más se observan cervidos de gran tamaño, con cornamentas cuya talla no suele abundar. Manadas enormes de hembras en los pastos frescos de la mañana que llaman la atención del caminante madrugador.
Los paseos matutinos por los campos están llenos de sorpresas a uno y otro lado de los valles, una cierva amamantando a su cría, una piara de jabalíes camino de su cama, un corzo que "ladra" cual perro en la calle, un pequeño zorro que atraviesa un tendido eléctrico, e incluso la aparición misteriosa, oscura y vertiginosa del Lobo a escasos metros de nosotros.
El camino, se encargan de adornarlo mariposas como la limonera, la medioluto norteña, la pavo real y otras más raras como la macaón o la podalirio.
Son innumerables las especies de insectos que hacen de Mombuey su casa, libélulas, saltamontes, grillos, insectos palo, mantis religiosas, chicharras, en definitiva todo tipo de coleópteros, ortópteros.
Sobrevuelan las aves rapaces propias del robledal de altura, el cernícalo vulgar, el milano negro y el real, el ratonero común, el halcón peregrino, el águila real, así como otras especies de avistación extraña pero efectiva como el elanio azul...
Por la noche el cárabo, el mochuelo, la lechuza, el búho real, incluso el pequeño autillo navegan a sus anchas entre el mar de robles que comprende los bosques de Mombuey.
Las aves menores, tales como el carbonero, el herrerillo, el jilguero, el gorrión, el verderón, la lavandera, el "tas-tas", son abundantes en número y en especies, así como otras de mayor tamaño como la paloma torcaz, el alcaudón, el abejaruco, el martín pescador o la abubilla, que se integran en el matorral de robles y escobas que una vez desaparecidos los cultivos se ha hecho cargo del gobierno de la sucesión natural en la comarca de la Carballeda.
El carballo, roble de estas tierras, es el árbol dominante, acompañado por castaños, nogales, chopos y algún que otro pino, y comprende la base ecológica de los campos de Mombuey.
A sus pies, y dependiendo de la humedad, podemos encontrar desde escobas y retamas hasta los más verdes helechos, y a campo descubierto las carqueixas y los toixos, que se encargan de dar cobijo a los Boletus edulis, que cuando empiece el otoño serán ganancia de muchos.
En definitiva, un paseo que rejuvenece el alma y la conciencia, con paisajes y escenas inolvidables, cada cual distintinta.
Iglesia de La Asunción de Mombuey, declarada Monumento histórico-artístico el año 1931.
Evolución demográfica del municipio Mombuey, durante el siglo XX.